Todo lo que debes saber sobre la claustrofobia
- raulpgp
- 25 ene 2016
- 4 Min. de lectura
Más de un 5% de la población sufre claustrofobia, un trastorno psicológico que está ligado a la ansiedad y a los ataques de pánico. En muchos casos, las limitaciones diarias a las que se enfrentan las personas que padecen esta fobia les impiden desarrollar su día a día con completa normalidad. Veamos a continuación en qué consiste este trastorno y cómo podemos superarlo.
¿Qué es la claustrofobia y cuáles son sus causas?
La claustrofobia se ha definido tradicionalmente como el miedo situacional a los espacios cerrados, aunque algunos investigadores han matizado que no se trata tanto del miedo a estar encerrado sino del temor a lo que pueda suceder estando en esa situación, esto es, a la reacción de la mente ante una posible situación de restricción (que impida moverse o salir) y de asfixia (que haga pensar que no hay aire suficiente o que no se puede respirar con normalidad).
Las causas de la claustrofobia pueden ser varias, desde una experiencia traumática en un espacio cerrado (quedarse encerrado en un ascensor o en un vagón de metro, que se han quedado parados como consecuencia de una avería) hasta la reproducción continuada en nuestra mente de una escena que hemos visto en una película o leído en un libro. Hay casos en los que un acto delictivo, como un secuestro o un atraco, se encuentra en el origen de este trastorno.
¿Qué síntomas tiene?
Las personas que sufren este trastorno sienten inquietud y miedo irracional cada vez que se encuentran en una situación de reclusión, lo que hace que su cuerpo reaccione de una manera determinada. Los principales síntomas de la claustrofobia son los siguientes:
Hormigueo en los dedos de las manos
Sudoración, sobre todo en las manos
Palpitaciones
Respiración entrecortada
Mareo
Ataque de pánico
Falta de aire
¿Cómo afecta la claustrofobia a nuestro día a día?
La claustrofobia puede alterar e incluso limitar de manera importante nuestra vida. A menudo, las personas que sufren esta fobia tienen miedo a coger algunos medios de transporte, como el metro, el tren o el avión (no tanto por el miedo a volar sino por el hecho de estar encerrado). No usan el ascensor. Evitan las aglomeraciones y sienten miedo a los atascos.
Este trastorno modifica sus conductas. Una de las pautas habituales en las personas que sufren claustrofobia es buscar «vías de escape» o salidas cuando entran en un lugar público como un restaurante, un cine o una discoteca. Por ello, estas personas suelen sentarse en lugares próximos a ventanas o puertas. En los casos más graves se suelen evitar este tipo de lugares.
Además de alterar su vida social, también puede condicionar su vida laboral. Algunas personas se ven incapaces de trabajar en espacios pequeños o cerrados, como pequeñas oficinas, cocinas de restaurantes, etc.
Por si esto fuera poco, pruebas como los TAC suelen evitarse debido a la sensación de enclaustramiento que supone su realización.
¿Cuándo es necesario acudir al psicólogo?
Se recomienda consultar con un especialista en el instante en que nuestro cuerpo reacciona de manera excesiva ante una situación determinada. Cuanto antes nos pongamos en manos de profesionales y comprendamos cómo podemos controlar este miedo, antes podremos tratar de reanudar nuestra vida.
Eso sí, debemos ser conscientes de que cada persona es un mundo y necesita su tiempo para aprender a controlar este trastorno y, por ende, superarlo. No todas las personas responden igual, por lo que los especialistas elaborarán programas personalizados de terapias en función de cada paciente.
¿Cómo se trata?
Los profesionales de la psicología suelen llevar a cabo terapias para ayudar a los pacientes a combatir la claustrofobia. Dependiendo de la gravedad, pueden realizarse ejercicios de autoayuda o meditación. En algunos casos se recomienda practicar hipnoterapia.
Pero lo normal es que el psicólogo abogue por el uso de terapias cognitivas-conductuales, que ayudan a entrenar al cerebro, a controlar la respiración y a desviar los pensamientos y reacciones de nuestra mente ante situaciones de riesgo.
Aprender a controlar la respiración es fundamental para controlar las reacciones de nuestro cuerpo. Por ello, la terapia cognitiva-conductual suele acompañarse con ejercicios de relajación en los que se enseñan los beneficios de la respiración abdominal frente a la pulmonar para controlar la claustrofobia.
Es evidente que los miedos se combaten enfrentándonos a ellos y superándolos. Por eso también se suelen emplear terapias de exposición, en las que los pacientes suelen enfrentarse a distintas situaciones de riesgo, siempre acompañados por un especialista.
En algunos casos, los profesionales pueden recetar medicamentos específicos como ansiolíticos o beta bloqueadores, que disminuyen la respuesta suprarrenal y nerviosa inherente a la ansiedad y los ataques de pánico.
¿Se puede superar la claustrofobia?
Las distintas terapias empleadas para mitigar este trastorno no constituyen en sí mismas una cura, pero sí ayudan sobremanera a controlar nuestra mente y las reacciones de nuestro cuerpo asociadas a ella, lo que, sin duda, contribuye a superar este trastorno.
Si la claustrofobia no está vinculada a otros problemas, como una depresión, su cura es posible.
En cualquier caso, debemos tener presente que la claustrofobia es un trastorno muy complejo que puede reaparecer en cualquier momento de nuestra vida, aun cuando pensábamos que la teníamos superada. Por lo que es recomendable que sepamos hacer frente a aquellas situaciones que puedan desencadenarla en un futuro.
Comments